Tres poemas chinos de amor y unos zapatos de tacón

PLACERES DE LA NOCHE




Rojas cortinas de seda con borlas y flecos
dorados cubren la recámara,
un engastado candelabro de nueve brazos ilumina el recinto.

Abiertas las puertas,
preciosas muchachas resplandecientes a la luz de la luna
ofrecen vino espumoso.

El precio es alto
pero A Hou recibe la paga con una amplia sonrisa.
En sus habitaciones del sur hay sombrar caprichosas.
Los cuervos gritan y se acomodan en los nidos.

La fina espada y el látigo que él porta
tiene incrustaciones de cuarzo y perlas;
su caballo blanco resopla una espuma
que se congela en su crín.

La casa descuella en la colina, sola a la luz de la luna.
El viejo cliente desmonta cuando el viejo se marcha.
Ella se arregla de nuevo las pestañas y se peina.

LI HE

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